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Conectando el Corazón-Muerte Fantasma en Frankfurt


Por Bárbara Rother

He experimentado la muerte fantasma un par de veces en mi vida, pero siempre he decidido presionar el botón que decía que me quedaba. Esas experiencias me dieron la oportunidad de sentir gratitud y un sentido renovado de gozo. Poco después de esas experiencias, la vida parece retornar a la normalidad, al estado lleno de actividades que me llevaba a considerar el siguiente paso en mi camino.

Recientemente, recibí un recordatorio sobre lo valiosa que es mi vida. Sé que mi vida es una bendición al tener a Steve, a mi familia y a mis amigos. Vivo haciendo lo que me apasiona junto con Steve y Lightworker. Aprecio el hermoso hogar que hemos creado. Vivo una vida increíble, viajando y conectándome con la familia espiritual de muchos lugares del mundo. Y con aquellos con los cuales no puedo reunirme en persona, sé que nos conectamos a través de la trasmisión de VirtuaLight.

Steve y yo acabamos de regresar de un viaje de Lightworker de dos semanas. Comenzamos nuestro viaje haciendo presentaciones en Holanda o Bélgica, permaneciendo dos días en Ámsterdam. Nos gusta pasar allí los días mientras nos adaptamos al cambio de horario. Siempre nos parece una ciudad fascinante, pero, para nuestra sorpresa, coincidimos con el Día de la Reina, que es celebrado en todos los Países Bajos. Todos tienen un ánimo festivo y se visten de anaranjado en honor a la familia real. Nos divertimos mucho conectándonos con ese día festivo.

A continuación, condujimos hasta Elspeet, Holanda, uno de nuestros lugares favoritos en el campo, donde presentamos muchos seminarios. Le damos gracias especiales a Sanne, nuestra nueva anfitriona en Los Países Bajos y a sus ayudantes y ángeles humanos, Peter y Anna. Dimos el seminario de Activación de la Energía Sexual, que es un evento mágico. Hasta ahora, lo hemos presentado tres veces, una en Las Vegas, otra en Rusia y ahora en Holanda. Cada vez es diferente, dependiendo de los Trabajadores de Luz que se reúnan con nosotros. Esperamos dictarlo nuevamente en nuestro evento especial del 090909 en Big Bear Lake, California.

Inmediatamente después del seminario, nos dirigimos a Ámsterdam para dormir y tomar un vuelo temprano para Israel, a la mañana siguiente. Me sentía emocionada de volver a Israel. Han pasado cinco años desde nuestra estadía allá. Nuestro vuelo hacía una escala en Frankfurt, Alemania. Ese aeropuerto es uno de mis favoritos y Steve y yo siempre lo habíamos disfrutado hasta esta última ocasión.

Estábamos listos para salir de Frankfurt cuando repentinamente me sentí mal. Tuve que sentarme por un momento hasta sentir que podía salir del avión. Con Steve a mi lado llegamos a una de las áreas del aeropuerto, cuando le dije que tenía que sentarme y descansar. Ahora bien, deben saber que soy una viajera experimentada. He recorrido muchos aeropuertos (con mis tacones). Me enorgullezco de ser capaz de seguirle el ritmo a Steve.

Pero esta vez, era diferente. Me las arreglé para caminar un poco antes de tener que correr al baño, varias veces. Sentía que mi cuerpo me estaba fallando. Llegué al punto en que Steve me ayudó a descansar en una banca, con todo ese flujo congestionado de personas que pasan a nuestro lado en los aeropuertos. Mi malestar siguió en aumento y mi cuerpo no me permitía moverme. Steve tan sólo trataba de hacer que me sintiera cómoda y atender todas mis necesidades. La frase “en la salud y en la enfermedad” llegó a mi mente y Steve estaba demostrando definitivamente lo prometido.

Con cada minuto que pasaba mi salud y mi fuerza de vida seguían deteriorándose. Él estuvo tratando de ver si me sentía lo suficientemente bien como para continuar con nuestro vuelo a Israel. En ese momento fue cuando me di cuenta que no podía pararme porque mis piernas y mis brazos se sentían sin vida. Entonces, Steve decidió que haríamos conexión con un vuelo más tarde y le pidió al encargado de la tienda cercana que llamara una ambulancia.

En el instante que llegaron los paramédicos, sentí un impulso que me sacaba fuera del cuerpo. Recuerdo que trataban de hacerme varias preguntas pero yo era incapaz de responder. En ese momento, Steve, que me sostenía en sus brazos, puso su mano sobre mi frente. Sentí que soltaba todo. En ese punto, no me importaba lo que hicieran con mi cuerpo. Desde lo profundo de mi alma estaba en paz para marcharme. Sentí la hermosura del hogar y deseaba continuar el viaje en esa paz. Recuerdo que me preguntaba por qué mi mente no activaba el instinto de supervivencia.

Lo último que recuerdo es a los paramédicos de la ambulancia sujetándome a la camilla y llevándome al hospital en medio del aeropuerto. Steve viajó conmigo en la ambulancia. Luego me contó que el color de mi piel tenía tonos de gris. Pensó que me estaba yendo. Yo seguí inconsciente hasta el momento que me bajaron de la ambulancia. La luz brillante del sol golpeó mis ojos como un flash para recordarme que seguía en mi cuerpo y que no era el momento de cruzar. Me sentí preocupada de volver a mi ser físico.

Volví entonces a caer otra vez en un profundo estado de inconsciencia hasta que desperté en la cama del hospital con una intravenosa en mi brazo. Me dejaron dormir por lo que me parecieron horas. Ocasionalmente, me despertaba ante la presencia del personal que me vigilaba o cuando Steve estaba cerca. Después de muchas horas, me dieron de alta bajo el cuidado de Steve. Mi fiebre había cedido y pude volver a caminar. Nos relajamos en uno de los salones que ofrece nuestra aerolínea. Volví a sentirme viva.

No podía dejar de comer. Sentí que mi energía se restablecía, aunque todavía estaba débil. Steve fue muy amoroso todo el tiempo. Nos preocupaba que la aerolínea no me permitiera continuar nuestro viaje a Israel. Poco antes de nuestro vuelo de conexión, el doctor me volvió a examinar para determinar mi estado de salud y recibí su aprobación para continuar. Llegamos a Tel Aviv, Israel, a las 2:00AM, donde nos recibió nuestra maravillosa anfitriona, Tamar y su hijo Nimrod.

Jamás se estableció lo que había fallado en mí. Siento que todo empezó con una intoxicación por un sándwich que consumí antes de nuestro vuelo anterior, en el aeropuerto. También pudo haber sido un caso de gripe, aunque no quise decirlo en voz alta porque el médico podía prohibirme volar. Hoy en día existe un temor con los viajeros y la gripa porcina merodeando.

Tomé un día para recuperarme mientras Steve continuó con su reunión con nuestro publicista hebreo, con nuestro traductor y dando una entrevista para una revista. Al día siguiente volví a ser yo misma. Nos dieron la bienvenida de regreso a esta Tierra Santa más de 200 Trabajadores de Luz hermosos. Así, disfrutamos nuestra estadía en Tel Aviv y Jerusalén. Es una tierra con la cual me alegra reconectarme. Espero volver allá.

Una muerte fantasma es un reinicio. Esta experiencia fue diferente a todas las que había tenido antes. Esta vez me sentí lista para volver al hogar. Sin embargo, sé que no era el momento. Tengo una vida hermosa que vivir por muchos años más. Quiero conservar esta experiencia como un recordatorio de que debo vivir la vida a plenitud. Cuando sea el momento de volver al hogar, sé que será una transición hermosa, pero por ahora, vivo de acuerdo con las palabras “Vive, Ama y Ríe”.

Con Amor y Luz,

Bárbara
Derechos de Autor:
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